MOVIMIENTO DE INDEPENDENCIA
El movimiento por la independencia de México se inicia la
madrugada del 16 de septiembre de 1810 con un pequeño grupo de indios, mestizos
y criollos en su mayoría sin instrucción militar alguna y armados con
instrumentos de labranza; cuatro meses después los insurgentes eran 100,000 con
95 cañones.
Este periodo de nuestra historia es conocido como la Guerra
de Independencia donde empieza (estrictamente hablando), cuando el
padre Miguel Hidalgo da el
llamado "Grito de Dolores" y termina el 27 de
septiembre de 1821 (11 años después) con la entrada triunfal del Ejército
Trigarante, encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, a una
jubilosa Ciudad de México. El objetivo principal de este movimiento (armado y
social) era liberar a nuestro territorio del yugo español y que, en cada rincón
de la Colonia se olvidase por completo el concepto del virreinato.
ETAPAS DE LA INDEPENDENCIA
De acuerdo con los especialistas, el estudio del desarrollo histórico de
este importante movimiento revolucionario se puede entender mejor si se
revisan, detenidamente, los siguientes cuatro momentos o etapas más
trascendentales:
Primera etapa
Abarca desde el Grito de Dolores (16 de septiembre de 1810) hasta la
batalla de Puente de Calderón (en el actual municipio de
Zapotlanejo, Jalisco, el 17 de enero de 1811), cuando la muchedumbre
dirigida por Hidalgo -con su famoso estandarte guadalupano en mano- peleaba con
más pasión y arrojo que estrategia. En este momento, cuando el cura de Dolores
llegó a su cita con la historia en el Puente, sus fuerzas se calculan en
alrededor de cien mil hombres (entre criollos, indios, mestizos y gente de las
castas). Por su parte, los realistas, soldados leales al virrey y a la corona
española, debían rondar entre los 50 mil efectivos.
Segunda etapa
En este periodo entra en escena José María Morelos y Pavón. Éste va desde principios de
1811 hasta la toma del Fuerte de San Diego en Acapulco (en
agosto de 1813). Durante este tiempo, los insurgentes se anotaron varios
triunfos siendo los más sonados los obtenidos en las regiones del centro -en
Cuautla, donde llegaron a romper un importante cerco- y en el sur -en Acapulco
y Chilpancingo, donde incluso gestionó el primer Congreso de Anáhuac- de la actual
República Mexicana.
Tercera etapa
Ésta se caracteriza por un gran desorden. Con la muerte del “Siervo de
la Nación” (fusilado en Ecatepec, en el Estado de México), se crea un gran vacío en el mando del grupo
insurgente y los realistas, aprovechando esta situación, al mando del temible
General Félix María Calleja logran rehacerse y
recuperar la ofensiva. En esta etapa se rinde el último reducto importante
insurgente y, técnicamente, los leales a la corona han ganado la guerra. Sólo
unas cuantas partidas, como la que comandaba Vicente Guerrero (en el sur),
siguieron en pie de lucha. Este periodo acaba en febrero de 1821 con la firma
del trascendental “Plan de Iguala”.
Cuarta etapa
Ésta transcurre del 24 de febrero de 1821 hasta el 27 de septiembre de
ese mismo año cuando el Ejército Trigarante, al mando del ex
realista, Agustín de Iturbide, entra triunfal, junto con Vicente Guerrero, a la
Ciudad de México. El contingente, compuesto por los soldados del General
Iturbide (ya convertidos) y los insurgentes que aún quedaban, avanzó por la
actual calle de Madero en el Centro Histórico del DF hasta alcanzar la popular
plancha del Zócalo. Con este pasaje terminó formalmente la lucha por la
Independencia de México.
Sentimientos
de la Nación
Morelos elaboró un extraordinario documento en que reflejó cual era el sentir de quienes en la nación buscaban la independencia y tenían claras las bases del Estado que se quería edificar, dados a conocer en Chilpancingo, 14 de septiembre de 1813: los Sentimientos de la Nación.
Destacan en él las ideas y los principios éticos básicos de la existencia política y las bases sobre las cuales se edificaría el Estado Mexicano: como principios fundamentales se asentaron:
1. Que la América es libre e independiente de España y de toda otra nación, gobierno o monarquía, y que así se sancione dando al mundo las razones.
5. Que la soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que sólo quiere depositarla en sus representantes dividiendo los poderes de ella en Legislativo, Ejecutivo y Judicial eligiendo las provincias sus vocales, y estos a las demás, que deben ser sujetos sabios y de probidad.
12. Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.
Morelos elaboró un extraordinario documento en que reflejó cual era el sentir de quienes en la nación buscaban la independencia y tenían claras las bases del Estado que se quería edificar, dados a conocer en Chilpancingo, 14 de septiembre de 1813: los Sentimientos de la Nación.
Destacan en él las ideas y los principios éticos básicos de la existencia política y las bases sobre las cuales se edificaría el Estado Mexicano: como principios fundamentales se asentaron:
1. Que la América es libre e independiente de España y de toda otra nación, gobierno o monarquía, y que así se sancione dando al mundo las razones.
5. Que la soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que sólo quiere depositarla en sus representantes dividiendo los poderes de ella en Legislativo, Ejecutivo y Judicial eligiendo las provincias sus vocales, y estos a las demás, que deben ser sujetos sabios y de probidad.
12. Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.
La Constitución de Apatzingán es la obra del Congreso de Chilpancingo. Está influida por el pensamiento político francés y por la Constitución española de Cádiz, pero las aspiraciones que reflejaba fueron motivadas por la conciencia que sus autores tenían de las profundas desigualdades sociales y económicas de la sociedad colonial.
El nombre de México, capital del virreinato y provincia según la Constitución de Cádiz, se extiende ahora como denominación del nuevo estado: la “América” se califica ahora como “Mexicana”. La Constitución se denomina Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana.
Todas las instituciones se fundan en la soberanía popular. La nación mexicana se declara soberana.
Artículo 5. La soberanía reside originariamente en el pueblo, y su ejercicio en la representación nacional compuesta de diputados elegidos por los ciudadanos bajo la forma que prescriba la Constitución.
Se define la soberanía como “la facultad de dictar leyes y de establecer la forma de gobierno que más convenga a los intereses de la sociedad” (Artículo 2); la soberanía es “por su naturaleza imprescriptible, inalienable e indivisible” (Artículo 3); el gobierno se instituye “para la protección y seguridad general de todos los ciudadanos, unidos voluntariamente en sociedad...”; por tanto los ciudadanos tienen “el derecho incontestable a establecer el gobierno que más les convenga, modificarlo y abolirlo totalmente cuando su felicidad lo requiera” (Artículo 4).
La parte más original del capítulo dedicado a la soberanía es la exigencia del respeto exterior y el señalamiento del derecho internacional asentada en el artículo 9:
Artículo 9. Ninguna nación tiene derecho para impedir a otra el uso libre de su soberanía. El título de conquista no puede legitimar los actos de la fuerza: el pueblo que lo intente debe ser obligado por las armas a respetar el derecho convencional de las naciones.
Esta disposición fija una idea fundamental en el pensamiento político mexicano. Nace de los anhelos de independencia y libertad que inspiraron la Constitución y se proyecta en una tradición invariable del pueblo mexicano de respeto entre las naciones y condena a la intervención de una en los asuntos de otra. Es original, trascendente y no tiene paralelo: es única en los textos constitucionales de la época.
Sobresale el principio de primacía de la ley para gobernantes y para gobernados: “La ley es la expresión de la voluntad general en orden a la felicidad común” (Artículo 18). “La sumisión de un ciudadano a la ley que no aprueba no es un comprometimiento de su razón ni de su libertad: es un sacrificio de la inteligencia particular a la voluntad general” (Artículo 20).
Establece que el derecho de sufragio para la elección de diputados pertenece sin distinción de origen étnico a todos los ciudadanos en quienes concurran los requisitos que prevenga la ley con lo que se les otorgaba el derecho al voto tanto a los indígenas marginados, a los africanos sometidos a la esclavitud y a las castas sujetas al ostracismo social.
Artículo 6. El derecho de sufragio para la elección de diputados pertenece sin distinción de clases ni países, a todos los ciudadanos en quienes concurran los requisitos que prevenga la ley.
La Constitución de
Apatzingán es el primer texto constitucional de México en incorporar una
declaración de derechos humanos, si bien ya otros documentos de nuestra
historia política, que le habían servido de antecedente, iniciaron la tarea de
construir un gobierno sustentado en la idea de igual dignidad de todo ser
humano.
Establecía que los derechos humanos deben ser reconocidos y respetados. El gobierno era el instrumento del pueblo para que éste gozara de sus derechos imprescriptibles e inalienables de igualdad, seguridad, propiedad y libertad.
Las leyes dictadas por los representantes de la Nación, electos por los ciudadanos, se encaminaban a garantizar los derechos de igualdad, seguridad, propiedad y de las libertades civiles.
Establecía que los derechos humanos deben ser reconocidos y respetados. El gobierno era el instrumento del pueblo para que éste gozara de sus derechos imprescriptibles e inalienables de igualdad, seguridad, propiedad y libertad.
Las leyes dictadas por los representantes de la Nación, electos por los ciudadanos, se encaminaban a garantizar los derechos de igualdad, seguridad, propiedad y de las libertades civiles.
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